Una disputa sobre derechos de autor.

El New York Times informó que el miércoles pasado que un juez federal dictaminó que los herederos de Jerome Siegel – quién hace 70 años vendió los derechos de Superman, personaje que él creó junto a Joseph Shuster a Detective Comics por u$s 130 – tienen derecho de demandar una parte del copyright norteamericano del personaje. Los derechos internacionales de dicho personaje quedan intactos para la Time Warner, quien los ha poseído desde hace mucho a través de DC Comics.

Se reservó para cuestiones jurídicas posteriores determinar cuánto la compañía les puede deber a los herederos de Siegel por el uso del personaje desde 1999, fecha desde cuando su propiedad fue llevada a juicio para ser restaurada. También queda por resolverse si les dan derecho a los herederos sobre las ganancias de la sección cinematográfica de la Time Warner, Warner Bros, que admitieron haber ganado u$s 200 millones en la taquilla norteamericana con “Superman returns” en 2006, o si solamente los beneficios son sobre los comics editados.

No obstante, esta decisión judicial amenaza con complicar los planes de Warner de hacer más películas que incluyan a Superman, como la probable secuela de la película de Bryan Singer o la película prevista basada en la Liga de la Justicia.

Ahora bien, hay un punto interesante en todo esto, y es el siguiente: ¿Hay derecho de patalear cuando uno toma la determinación de vender algo que no sabés que en el futuro puede llegar a ser la Gallina de los Huevos de Oro?

Hay gente en estos momentos (incluyendo entre otros conocidos a John Byrne) que opinan que un trato es un trato, y que en esa época u$s 130 era una cantidad más que suficiente por los derechos de un personaje que nadie sabía si iba a tener alguna repercusión o no.

¿Quién tuvo el riesgo de publicar a tal personaje cuando era tan sólo una idea?

¿Quién hizo que Superman fuese un fenómeno a escalas mundiales?

Da que pensar todo esto, ¿no?