Jubei chan

JUBEI CHAN (1999) La Chica Ninja

 

Jubei chan, y el secreto de un anime con parches.

Cuando comencé en estas lides de ver anime, pensé con toda formalidad de que el primer anime de niña mágica que había visto en mi vida era Sailor Moon. Después de todo, el equipo es una de las visiones más tradicionales de este género en la historia. Las Sailor Scouts son figuras que son fácilmente identificados por muchos de los que han visto anime en alguna parte de su vida, inspirados en una idealización de los uniformes de colegio japones. Pero después de una reunión del grupo Amalgama (todos sus integrantes esperamos algún día que vuelva por sus fueros cuando sus principales patrocinadores se reorganicen, Kaji y Asuka) descubrí que ese no había sido mi primero. El primero fue Gigi (Magical Princess Minky Momo), una adorable y confusa aventura de una princesa que viajo a la Tierra para recuperar los sueños y comunicar su mundo con Fenalinasa. Una de las cosas que me impactó de esta serie en su momento es que a pesar de que se tomaba a la ligera todo, al final de su primera etapa se puso muy seria (matan a la protagonista que reencarna en una bebe). Luego de que no se lo ha tomado en serio por largo tiempo, que una serie adopte de pronto el manto de la muerte hace que el espectador la recuerde, porque duele.

 

Para 1999, Madhouse estaba dando sus primeros pasos tambaleantes en el ámbito de las series televisivas. Con una labor destacada en películas de alta calidad, para esta época sólo había hecho siete series en diez años, algo bastante extraño para lo que nos tendría preparados para el futuro (ahora es una de las casas de animación para televisión consolidada en Japón). Por esto, su octavo proyecto resulto algo peculiar, porque trataba de una niña mágica, aunque muy peculiar. Jubei-chan nace de la mente de Akitaro Daichi (Fruits Basket). Con un presupuesto ajustado y una idea bastante original para su tiempo (faltan 4 años para Naruto), la serie se pacta para trece episodios que son emitidos por TV Tokyo a partir de abril de ese año. Debido al poco presupuesto, la serie tiene un aspecto “peculiar” que no es del agrado de todos. Y por esto es una de las series olvidadas en el tiempo, porque apuesto a que no hay muchos que lean esto que la recuerden.
Inicio! Spoilers!

 

Jiyu Nanohana es una hermosa, simpática y alegre estudiante de segundo año. Ella vive con su padre Sai, un escritor fantasma de historias de época (samurais ninjas en la Era de los Señores de la Guerra) y recientemente se han mudado a las afueras. Pero cuando se dirige por primera vez a la escuela, ella se pierde en el bosque. Allí recibe la ayuda de Shiro Ryouji, un disciplinado de kendo, así como de los delincuentes del colegio al que deberá asistir, Bantaro Sanbumatsu junto con sus secuaces Oozaru y Kozaru. Pero no solo se tropieza con ellos. También es identificado por un extraño samurai, que de inmediato y en un tono muy insistente la proclama como la reencarnación de Jubei Yagyu. Ella no le cree hasta que de regreso de la escuela su maestro intenta matarla. En cuanto ella recibe el parche de parte de este extraño samurai, ella se transforma en Jubei y derrota magistralmente a su asesino.
Ojo! Spoilers!

 

Ya con más tiempo, el samurai se presenta formalmente. Su nombre es Kionosuke Odagu, el asistente de Jubei en vida. Con más de 300 años de vida, él está cumpliendo la última voluntad de su amo al entregarle el parche a su descendiente de acuerdo a sus especificaciones. Sin embargo, ella no desea llevar a cabo esta labor, ella desea ser como cualquier niña de su edad, no dedicarse a pelear en contra de hordas innumerables de enemigos. Pero los asesinos siguen llegando (como monstruos de la semana) para arruinarle la vida.
Ojo! Spoilers!

 

Después de derrotar a una pareja de esposos, Shiro descubre la debilidad de Jubei en combate. Ella no tiene visión periférica debido al parche. Él intenta insistentemente de educar a Jubei con respecto a este defecto, pero ella se niega. Finalmente este la reta para liberarla de su maldición. Esto es bien recibido por el líder de su clan y quien ha mandado a los asesinos tras de ella, su hermano gemelo Hajime. A pesar de sus frecuentes intervenciones, Jubei supera el defecto con la ayuda de todos y derrota a todos los asesinos de su hermano, pero ella se deja derrotar por Shiro. Al perder el parche, ella se enferma de gravedad y la familia Ryouji se queda con este por una traición de Hajime, que reduce a su hermano con un ataque a traición.
Ojo! Spoilers!
 

 

Jubei se recupera con la ayuda de su padre y aleja a un grupo de asesinos. Sin embargo, la familia Ryouji no puede descifrar los secretos del parche. Debido a esto, Hajime ordena secuestrar a Jiyu. Por otro lado, el profesor más reciente de Jiyu ayuda a Shiro a recuperarse. Cuando lo logra, este va a la casa de su clan para rescatar a Jiyu. Atrapada en la casa de Ryuoji, ella convence a Hajime de recuperar el parche y lo usa para desatar su habilidad, que es la de limpiar del rencor y el odio a las personas que reciben su ataque (lo cual se lo comentó la ninja Mikage, una de sus contrincantes derrotadas). Con esto el clan Ryuoji parece destruido, ¿o lo es?
Ojo! Spoilers!
 

 

Cuando, después de derrotado curado a Hajime y a todos los asesinos, Shiro regresa con el maestro que le ayudó para agradecerle. Pero para su sorpresa es atacado y poseído por el espíritu del último guerrero del clan Ryuoji que fue derrotado por Jubei. Con esta posesión, él visita a Jiyu y la ataca en su casa. Ella se ve obligada a confesar su verdadera identidad a su padre y pelear en contra de Shiro posesionado (Dark Shiro). Pero es una batalla perdida, porque el cuerpo de Jiyu no puede contener a Jubei. Cuando Shiro le va a dar el golpe de gracia, se resiste y evita atacarla, siendo derrotado por Jubei. El espíritu se escapa y posesiona la padre de Jubei, que usa una de las técnicas samurai de sus historias para escapar con el alma de Jiyu mientras Jubei decide su combate en el más allá.
Ojo! Spoilers!

Todos los amigos y colegas descansan cuando la maldición de la fmailia Ryuoji se desvanece. Sai, el padre de Jiyu, hace las pases con su esposa a través de Mikage (que está felizmente casada). Pero viendo cumplida su meta, el samurai Kionosuke asciende al cielo para continuar sirviendo a su señor en el más allá. Luego de las despedidas de rigor, Jiyu queda en este mundo para vivir su vida en paz, hasta que ocurra la próxima aventura de su vida.
Fin! Spoilers!

 

Hay una cosa que siempre tomo en consideración de todas las series que veo, y esto es mantenerse fiel a su estilo. Si una historia es de acción, debe mantenerse dentro de la acción; si es de drama, debe mantenerse el tono dramático; si es de comedia, debe mantenerse dentro de este género.
Cuando una serie combina géneros, debe hacerlo con mucho cuidado porque esto puede resultar muy mal. Para Jubei-chan, que combina géneros de forma descarada, su fortaleza es que no se lo toma en serio. El tono de comedia es tan ligero, la sátira esta cargada de gran ironía y los personajes secundarios no dejan de interactuar con el espectador rompiendo la cuarta pared.
Y nunca abandonan este principio. Por eso, cuando la obra comienza a ponerse seria, uno se sorprende porque el giro de la trama que da es inesperado. En trece episodios da tantas vueltas sin que uno quede mareado, y a pesar del final feliz lleno de miel con la que concluye, esta nos deja a un viudo sin pareja, a una niña insatisfecha y a sus amigos que intentan continuar con su vida (lejos del tradicional final feliz).

Si uno se pone a analizarla seriamente, la obra posee muchos fallos. Esta mal animada, la musicalización es monótona, los personajes son estereotipados, el final es puede decepcionar a más de uno (la vida continúa). Pero a Daichi le importó un comino. En realidad a todos les importó un comino, machacaron todo eso en una mezcla tortuosa e irreverente que grita “a mi que me importa lo que piense usted espectador, hice esto para divertirme”.

Tal como en muchas ocasiones cuando se hace esto, el resultado supera al producto y deja una sensación de gozo, que es lo que deberían dejar estas obras. Ese es el punto de un anime, tratar de divertir al espectador.

Sin embargo, es diversión que pasa por un rato y aunque fue lo suficientemente popular para que hicieran una segunda temporada, lo grueso de la ideosincracia japonesa y los personajes condenaron a Jubei-chan al olvido, uno bien merecido. Cinco horas de diversión ligera que no llega a nada. Porque por cada obra fundamental del anime existen diez de estas. Diez que se quedan allí, detenidas en nuestros recuerdos y nada más.