[Reseña] Raistlin, el aprendiz de mago

Raistlin Majere tiene seis años cuando
conoce a un archimago que lo inscribe en una escuela de hechicería.
Allí, el atormentado niño descubre sus dotes para la magia, y también
que en ella puede encontrar su salvación.

Y aunque Raistlin no lo
sabe, desde la Torre de Alta Hechicería, los magos lo vigilan en
secreto, porque negras nubes se adivinan en el horizonte de Krynn.

Más de una década atrás, un amigo sabiendo de mi obsesión afición por la literatura me prestó el primer tomo de la saga épica Crónicas de Dragonlance. Jamás imaginé al tomar ese libro que tocaría mi vida literaria de forma tan marcada.
Entre tantas cualidades que tiene esta trilogía, se encuentra un personaje que desde la primera vez que lo conocí me impactó por su orgullo y amargura, detectaba en él una máscara que ocultaba un dolor muy profundo que trataba de llenar vanamente con sus ambiciones. Este personaje era el mago Raistlin Majere, y aunque en la trilogía original se destaca como uno de los mejores personajes de la literatura fantástica (por encima de magos populares como -perdonen la osadía- Gandalf o Harry Potter) la coraza de misterio y arrogancia con que el mago ocultaba sus acciones y pensamientos jamás permitió adentrarse en su verdadero interior. Y aunque esto acrecentaba más su figura, como lector siempre quedaba insatisfecho el apetito de conocerle más a fondo.
Afortunadamente en mi ruta a la Feria del Libro en la Antigua Aduana este domingo (participando de la convocatoria de Club Amalgama) pude hacerme con tres de los cuatro libros que cuentan los orígenes del mago de piel metálica y ojos de reloj de arena que ven cómo todo es corrompido por el paso del tiempo.
Al contrario de otras novelas donde se narran los orígenes de un mago, en “Raistlin, aprendiz de mago” no se encontrará el lector las habituales demostraciones del niño talentoso y valiente que permiten atisbar un futuro glorioso. Lejos de ello, hallarán un relato frecuentemente oscuro, lleno de nubes oscuras y sufrimientos con eventuales rayos de alegrías. Es una historia íntima, donde se habla del sabor y color de las cosas cotidianas como las atestigua una persona ordinaria que crece en mundo simple.
Siguiendo la metáfora del metal en el crisol, Margaret Weis describe la vida del débil y enfermizo Raistlin, a quien se le ofrece una oportunidad de estudiar magia. En una época donde nadie considerado respetable se atrevería a estudiar esa profesión, Raistlin se aferra a ella como su única salvación, a pesar de sus dudas y temores sobre su alta probabilidad de fracaso. A pesar de ser un niño, las duras condiciones de su vida le han sembrado las semillas del cinismo y la amargura, su comprensión de las falsedades de la existencia humana, su desprecio por la hipocrecía de las personas que le rodean y su excesiva inteligencia le convierten en una paria social.
Lamentablemente, quien no conozca el futuro de este personaje, hallará este libro simplón y ni siquiera notará las referencias al futuro del mundo Krynn, ya que el relato se centra en una etapa tan específica de la saga. Sin embargo, quienes conoceremos por qué desea ser temido y admirado por toda criatura viviente hasta el fin de
los tiempos y cómo comienza el viaje en el cual se convierte en un ser mitologico más allá del tiempo y el
espacio, El Amo del pasado y del presente, un ser inmortal.
Raistlin según Vera Gentinetta.
Raistlin según Vera Gentinetta.
Después de leer esta novela, mi admiración por este mago no solo se acrecienta, sino que entiendo mejor por qué instintivamente se sentía identificado con él sin conocerle a profundidad. Cualquier persona, joven o mayor, que se halla enfrentado a grandes desafíos y encontrarse luchando desesperadamente contra todos los pronósticos, contra sus más oscuros temores y limitaciones, entenderá y se sentirá identificado con los sentimientos y pensamientos del mago rojo.