Ese pícaro de José María Figueroa

Precursor. El artista, polígrafo y aventurero José María Figueroa fue nuestro primer historietista. 
La reciente circulación del libro Figuras y figurones (2010) vino
a confirmar la condición de caricaturista de José María Figueroa
Oreamuno (1820-1900). Las caricaturas conservadas en su conocido Álbum
ya le habían otorgado el título de “primer caricaturista nacional” pues
las suyas son las más antiguas en el país (entre 1850 y 1900).

Sin embargo, Figuras y figurones vino también a
demostrar que la historieta nacional surgió junto a la caricatura: José
María Figueroa es el primer historietista costarricense. Así, ese libro
documenta una parte esencial de su quehacer humorístico y resguarda la
importancia de la voz no oficial. Andariego por necesidad (vital y
legal), Figueroa consideraba que su profesión era la de dibujante.
Igualmente, Figuras y figurones
documenta los inicios de la historia del humor gráfico nacional. Al
preservar los dibujos, comprueba la calidad y el valor de la caricatura y
la historieta en el país con anterioridad a su circulación en prensa.
Figueroa es el único caricaturista documentado antes de Tomás Mur, el
dibujante de la primera caricatura publicada en la prensa nacional (El Padre Español, 1892).
A la fecha, no hay registros de otros caricaturistas que
hayan trabajado entonces. Esto se debe en parte a que la caricatura no
se consideraba un arte. Así, se han extraviado bandos, carteles y otros
documentos en los que posiblemente se hayan incluido aquellos dibujos.
Historieta en el siglo XIX.
Las historiadoras de arte Enriqueta Guardia y Gabriela Sáenz afirman
que José María Figueroa conocía la obra de artistas europeos.
Es
posible que Figueroa también conociera la producción del ginebrino
Rodolphe Töpffer (1799-1846), creador del género de la historieta en
1829, y del alemán Wilhelm Busch (1832-1908).
Voyages et aventures du Docteur Festus (1829), M. Cryptogramme (1830), M. Jabot (1833) y Les Amours de M. Vieux Bois
(1837) son algunas de las “historias en cuadros” de Töpffer. Esta
última alcanzó un gran éxito en París. Traducida y editada en Londres
bajo el título The Adventures of Mr. Obadiah Oldbuck, se divulgó en Nueva York como suplemento de la revista Brother Jonathan en 1842.
De
tal forma, los relatos en imágenes del ginebrino circularon en Europa y
América, donde eran imitadas; además, recibieron elogios del escritor J. W. Goethe, quien le había recomendado su publicación, “pese a que la
crítica de arte no [les] presta atención y raramente inquieta a los
doctos”, según indicó Töpffer en 1845.
Por su parte, Max y Moritz (1865), la obra de Busch más traducida, se publicó en volumen en los Estados Unidos en 1870.
En 1837, a raíz de M. Jabot,
Töpffer comentó: “Este pequeño libro es de naturaleza mixta. Se compone
de una serie de dibujos hechos a mano. Cada uno de estos dibujos está
acompañado de una o dos líneas de texto. Sin ese texto, los dibujos solo
tendrían una significación oscura; el texto, sin los dibujos, no
significaría nada. Todo el conjunto forma una especie de novela, un
libro que se expresa por la representación, no por el relato”.
En The Yellow Kid (1896), el estadounidense Richard F. Outcault introdujo el globo en la historieta.
Primer historietista nacional.
Hermanada con la caricatura, la historieta de Figueroa mantiene un
fuerte énfasis político. Son críticas mordaces a quienes ejercen el
poder. Caricatura e historieta revelan la magnitud y la acidez del humor
de Figueroa, que él describió:

“Y
pues la verdad desnuda, / en esta pícara época, / no puede ni aún
asomarse / de la ley por la barrera / sin aquella de Damócles / caiga
sobre su cabeza, / aquí vestida de invierno / verás la verdad sincera. /
No te asustes cuando acaso / la veas mui encubierta, / que si te fijas
un poco, / ella alzará la careta, / y al punto descubrirás / la desnudez
verdadera. / Conocerás ciertos tipos, / su flaco, su fé, sus tretas, / y
conseguirás, en fin, / saber de qué pie cojean”.

Sin
embargo, sus relatos en imágenes dibujadas despliegan –y concentran– un
amplio abanico de propuestas gráficas, además de temáticas: de la
tradicional secuencia de viñetas a la “viñeta-secuencia” (una sucesión
de acontecimientos en una sola viñeta).
Así, el Cuaderno rojo
incluye una historia de nueve viñetas con texto al pie sobre el cortejo
y el matrimonio. Asimismo, incorpora secuencias sin división en
viñetas, como la Máquina de patentes: “Máquina para hacer
doctores, generales, abogados, bachilleres, médicos, ingenieros y toda
clase de transformación por mayor y menor”.
Figueroa
también critica las trampas de toda clase, incluidas las bancarias. En
ambas historietas remarca su crítica al pie y utiliza cápsulas verbales
(didascalias) para narrar y explicar el contenido de las imágenes.
Contrapuntos.
Otras historietas contraponen dos situaciones. Por su ingenio,
sobresale la crítica al cambio del modelo militar. En ella, la imagen
del espejo refleja una situación distinta que mantiene un elemento
común, también modificado: el monumento central.

La
travesura de Figueroa asimismo se manifiesta en la construcción de un
relato con personajes animalizados puestos alrededor de una mesa, en
distintos sitios del Cuaderno rojo. Generalmente de dos viñetas
por plana, los grupos “ciudadanos” dialogan en el inmediato contrapunto
de dos, pero también en el de cinco: “El Ciudadano’ Congreso
constitucional, comisión permanente, poder ejecu-ivo, corte de justicia
y municipalidad”.
Esa unidad iconográfica ya se había enunciado en el Cuaderno verde con la “Reunión de jesuitas y de masones”. La “secuencia” revela el juego –y el deleite– de su autor.
En un sentido amplio, el Cuaderno verde es
una historieta que cuenta las “aventuras” del gobierno del general
Tomás Guardia a partir de su golpe de Estado. La presencia de largos
poemas satíricos referidos al mismo tema conforma pausas en el relato.
La unidad temática, la secuencia cronológica y la presencia de
personajes que se reiteran y conducen la acción lo convierten en el
primer libro costarricense de historietas conocido.
Además,
se incluye el relato “Vida del aventurero Manuel Marnache”, que cubre
casi la tercera parte del cuaderno. Figueroa cuenta ambas narraciones en
forma gráfica y verbal. Incluso, su pasión por el testimonio lo lleva a
incorporar mapas. Así, los relatos permiten conocer y reconstruir la
época.
Reconocimiento.
En abril de 2010, la Asamblea Legislativa declaró Benemérito de las
Ciencias, las Artes y las Letras Nacionales
a José María Figueroa:
“Figueroa fue un ferviente crítico de las enfermedades sociales de la
época, reprendió sin mesura ciertas prácticas, como la corrupción, las
actitudes y los prejuicios de algunas clases privilegiadas, situación
que lo llevó al exilio en numerosas ocasiones”.

Hoy, Figuras y figurones ratifica el dictamen y despliega su valor para el humor gráfico nacional.
Artículo por la escritora Ana Cecilia Sánchez Molina para el periódico La Nación. La autora
ha publicado los libros ‘Historia del humor gráfico en Costa Rica’
(Editorial Milenio, 2008) y ‘Caricatura y prensa nacional’ (EUNA, 2002). Las ilustraciones
provienen del sitio oficial http://josemariafigueroa.org/