Arrietty, The Borrowers y otras pequeñeces.

Uno de los problemas más grandes que posee la literatura infantil es que conforme cambian los tiempos esta va perdiendo frescura y vivacidad con respecto a las nuevas propuestas. ¿Por qué creen que los autores basan sus obras en formas y ambientes anacrónicas, o referencias del pasado? Harry Potter es un claro ejemplo, con una Escuela de Howarts que parece sacada de mediados del siglo XX, pero con tecnologías y adelantos mágicos que emulan la entrada al siglo XXI. En mi vida he leído literatura infantil y juvenil de todos los orígenes y géneros, comenzando por el afamado Julio Verne y terminando con los Hardy Boys. Por eso, después de cierto rato, he preferido ver las aproximaciones de la literatura infantil en las ofertas de cine y la televisión en lugar de seguirlas leyendo, porque en algún momento la historia perderá su impulso y se volverá anacrónica.
La primera vez que supe sobre The Borrowers fue en una película de 1997 con John Goodman y Hugh Larrie como actores secundarios. Malos efectos especiales, pésimo uso de pantalla azul, trama de comedia mediocre que resultó bastante complicada de ver por los anuncios (la transmitía canal 6). Pero, jamás espere que ese mismo año (2013), el 2 de marzo para ser exacto, vería la adaptación de Studio Ghibli de esta obra infantil, Arriety y el mundo de los diminutos. Estrenada el 7 de julio del 2010, es el debut como director de Hiromasa Yonebayashi (de fama por Serial Experiments Lain y colaborador en la nómina del Studio), con los escenarios de Hayao Miyazaki (que se ha retirado de la labor de director para dejar el paso  a otros valores) y la música de Cécile Corbel (harpista occidental especialista en música celta); la obra es una adaptación japonesa de la clásica obra de Mary Norton. Sin muchas expectativas, me senté a disfrutarla, lo cual resulto ser una experiencia de café interesante debido a lo sencillo y a la vez ambicioso de la obra.
Inicio! Spoilers!



La historia es relatada por Sho (uno de los protagonista) que recuerda con añoranza lo sucedido en la casa de su tía varios años atrás. Siendo un niño enfermizo de 10 años, él viaja a la casa y mientras investiga el jardín observa que el gato de la casa se disputa con un cuervo un área cerca de una planta de laurel. Cuando se acerca para investigar, en un parpadeo él logra observar a una niña diminuta que escapa de su vista sin que pueda detenerla.

Ojo! Spoilers!



La diminuta niña que observa se llama Arriety, que es una recolectora. Ella es una fogosa y voluntariosa niña que casi se encuentra en sus 14 años y vive con sus padres (Pod y Homily) en una pequeña vivienda ubicada cerca de la cocina de la casa principal. Sus padres desconfían mucho de los humanos que viven junto con ellos, pero aún así Arriety es llevada a su primera recolección (azúcar y papel desechable). Lamentablemente para ella, cuando está por terminar la misión (recoger un pedazo de papel desechable) ella es descubierta por Sho, pierde el cubo de azúcar y debe sobreponerse del susto

Ojo! Spoilers!



Por las conversaciones entre los adultos humanos y diminutos, conocemos parte de la historia de la casa. El bisabuelo de Sho y padre de Sadako (la tía de su madre) observó a los diminutos en la casa, construyéndolas una casa especialmente diseñada para ellos. Sadako también los observó pero jamás entró en contacto directo con ellos. También Haru, la empleada de la casa, los ha visto pero tampoco los ha contactado. Inspirado por estas evidencias, Sho trata de congraciarse con las criaturas, ofreciéndoles el cubo de azúcar perdido y tratando de mejorar su condición de vida (incluyendo llevarles la cocina de la casa de muñecas). Pero en lugar de mejorar empeora su situación, lo que obliga a Pod a buscar un nuevo lugar donde vivir.

Ojo! Spoilers!



Lamentablemente, las evidencias dejadas por Sho le permiten a Haru descubrir la casa y capturar a Homily, la mamá de Arriety. A salvo debido a que fue a reclamarle a Sho su intervención, la joven acepta su ayuda desinteresada. Juntos rescatan a la madre de Arriety y desearman los planes de la sirvienta, a la cual hacen ver como una transtornada mental. Ya sin evidencias y libre de peligro, la familia inicia su peregrinaje fuera de la casa. Pero con la ayuda de Niya (la gata de la primera parte), Sho logra despedirse de Arriety antes de que parta para siempre de su vida.

Fin! Spoilers!
Parte de una presentación de dos películas por parte de Dojo X y Misu Maid Café (como obvia parte de una estrategia de mercado para mejorar la asistencia a estas locaciones), Arriety sin lugar a dudas me dejó con los hombros arriba. La obra, como parte de la tradición de Studio Ghibli, es una de inmensa calidad artística y un gran trabajo de animación en si mismo. Pero confronta al espectador de las películas de estos realizadores a una realidad inquietante, ¡es más de lo mismo! Con obras caracterizadas por mensajes ambientales (el hecho de que Los Recolectores sean tan pocos que están en peligro de extinguirse), de las mujeres determinadas, de las tramas espirituales y fantásticas, el estudio saca una obra en manos de un director novato que se defiende bien con su primer trabajo (mejor que el hijo de Miyazaki) pero que no ofrece nada nuevo.

Esto me deja con una reflexión en la cabeza que no me puedo quitar de la mente. ¿Hasta cuando durará la fama y la buena fortuna de la gente? La fórmula del éxito no dura para siempre. Aunque 125 millones de dolares no es una cifra despreciable en una película, Studio Ghibli lentamente está perdiendo la batalla con una audiencia de gustos cambiantes. Las fórmulas establecidas y los éxitos no están garantizados en este mundo. Así como Los Recolectores son una raza en vías de extinción (tal como las Tres Grandes en Estados Unidos), así lo es este afamado estudio, que conforme pasa el tiempo se olvida de un hecho importante de la vida, la vida es cambio y evolución. Los niños lobo: Ame y Yuki, una obra de la que me referiré en julio, es el sinónimo de este cambio. Lento pero seguro el estudio perderá su dominio sobre la animación cinematográfica japonesa, y algo diferente se establecerá en su lugar. Sólo nos queda esperar a ver que sucede.