Reseña: Aquaman #1 (DCnU)

Plantearse el reinicio de Aquaman básicamente era un acto suicida. ¡Cuántas veces se intentó lavarle la imagen, con escaso éxito! Y sin embargo, tras continuos reinicios, muertes y resurecciones desde que fuera creado por el editor y guionista Mort Weisinger y el dibujante Paul Norris para el número 73 del comic book More Fun Comics (noviembre, 1941), el poderoso rey de la Atlántida no podía quitarse el estigma de ser un pez fuera del agua en la constelación de personajes tan populares como el Caballero Oscuro o el Hombre del Mañana. Aún así, se hizo, y por dicha con prometedores resultados.
Probablemente hacía falta un guionista de la talla de Geoff Johns para lograr esta misión. Cuando supe la noticia que él habia solicitado expresamente poder guionizar a Aquaman, por un momento dudé si el gran talento que había redefinido a las franquicias de Green Lantern y The Flash finalmente había encontrado la orma de su zapato. Todo lo contrario, mas bien Johns toma todo ese bagaje negativo que arastra Aquaman y lo aprovecha en lugar de tratar de ignorarlo, sumándolo a su identidad y aportando interesantes matices del personaje para el nuevo universo DC.
Desde las profundidades oscuras del océano, una raza de monstruosos humanoides buscan la superficie, comunicándose en una lengua extraña. Pero su presencia será notable hasta más adelante.
Hallamos al titán de los océanos interviniendo en una persecusión policial. Tanto la policía como los maleantes se sorprenden de verlo lejos de la playa. Inclusive, los delincuentes se ríen de él, al observar que ningún ser marino aparece, por lo que burlonamente se disponen a arrollarle con toda la potencia del camión blindado que han robado. A pesar de lo que creen, Aquaman es más que un rubio que habla con los peces, y éste se los demuestra derribando el camión. Aturdido, un ladrón dispara su arma automática contra el héroe, mas las balas apenas si le cortan, solo le enojan.
Tras detener a los criminales, los policías le interrogan sobre su presencia y él explica que escuchó las sirenas desde el muelle. Uno de los oficiales imprudentemente le pregunta si necesita un vaso con agua. Aquaman hace una pausa para contenerse ante la burla tácita y declina la oferta; tras lo cual desaparece dando muestra una vez más de su poderío físico al dar saltos espectaculares entre los edificios. Los oficiales comentan que serán una burla en la delegación al ser ayudados por este héroe.
Mas tarde, Arthur se presenta en un restaurante marino, causando gran conmoción entre los viandantes (especialmente del lado femenino) y el personal del restaurante, quienes se preocupan porque allí solo sirven comida marina. Sin embargo, como si fuera lo más normal, Aquaman pide para comer pescado y papas fritas. 
La audiencia se asombra por su petición. Inclusive, un cliente le menciona que no debería pedir pescado, ya que él “habla con los peces“. Aquaman, un poco molesto, les corrige diciendo que él no “habla con los peces”, ya que sus cerebros no son lo suficientemente evolucionados, sino que los influye telepáticamente. El joven que antes le habló intenta entrevistarle para su blog de forma impertinente, donde conocemos en forma de flasbacks que Arthur se financia económicamente con los tesoros que recupera del mar, y que el restaurante donde se encuentra fue donde su padre le llevaba de niño.
A pesar de la paciente diplomacia de Aquaman, el atrevimiento del bloguero sube de tono, atreviéndose a preguntar qué se sentía ser una burla para la sociedad, un motivo de bromas para los cómicos de Saturday Night Live y Youtube. La respuesta de Arthur es silenciosa pero firme, y se marcha dejando un par de antiguas monedas de oro para la camarera.
Al caer la noche, su esposa Mera le trata de llevar a la cama. Arthur reflexiona sobre su padre y las lecciones sobre la resposabilidad que le diera de niño, y comunica a su mujer que ha decidido dejar el trono de la Atlántida. Mera esta de acuerdo en apoyarlo en su nueva vida, en la superficie.
Finalmente, los monstruos que antes viéramos alcanzan la superficie,
donde proceden a darse un festín con la carne de los pescadores que
encuentran cerca del pueblo…
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