Los ‘comics’, historias del dolor y la furia

Mundo ilustrado. Varias obras han aludido a conflictos del siglo XX.“Un mundo hermoso y feliz” pide Alan Moore en el título de la última parte del comic “Watchmen”
(1987), una historia acerca de un grupo de superhéroes incapaces de
salvarnos del apocalipsis nuclear porque –como dijo el escritor
argentino Rodrigo Fresán– no pueden salvarse ni a sí mismos.

Portada de 'Watchmen' (1987), de Alan Moore
Portada de ‘Watchmen’ (1987), de Alan Moore

Los acontecimientos que se narran en “Watchmen”
ocurrieron durante la década de 1980 en un mundo de ficción similar al
real: las posibilidades de una guerra nuclear entre el gobierno
soviético y el estadounidense eran altas, y el sentimiento de que el
final estaba cerca, inevitable.
Una parte de la historia del siglo XX se dibuja en las viñetas de “Watchmen”. Este es solo un ejemplo de diversos comics que se han alejado de las fantasías heroicas para reflexionar acerca de nuestros pasado, presente y futuro.
Imágenes de guerra. “El siglo XX
no puede concebirse disociado de la guerra, siempre presente aun en los
momentos en que no se escuchaban los sonidos de las armas y las
explosiones de las bombas”
, afirmó el historiador inglés Eric Hobsbawn en su libro “Historia del siglo XX” . Por tanto, era de esperar que los horrores de esta época se trasladaran a los comics.
“Berlín” , del estadounidense Jason Lutes, nos lleva a la Alemania de 1928, destrozada por la derrota en la Primera Guerra Mundial. Esta serie de 24 comics
–hasta el momento se han publicado 18– sigue la vida Marthe Müller,
una joven artista recién llegada a la capital, y su relación amorosa con
el periodista Kurt Severing. Por otra parte, también se muestra la
desintegración de una familia debido a las diferencias ideológicas que
hay entre sus miembros.
La obra de Lutes es una
amalgama de eventos históricos, debates ideológicos, e historias de
sufrimiento y goce humanos. Las viñetas de Berlín son ventanas al día a día de las personas involucradas con el movimiento comunista y con el nazismo.
“Quería humanizar al pueblo alemán. Mi propósito era crear una contraparte a la concepción de que los alemanes son villanos”, dijo Jason Lutes al medio en Internet Comic Book Resources en el 2008. 
“Me interesa mucho la República de Weimar
como experimento político. Los alemanes mordieron un poco más de lo
que podían masticar, pero fue un intento sorprendente de crear una
democracia desde las cenizas. Me fascina por qué las cosas ocurrieron de
esa manera. Cuando nos hablan de la Segunda Guerra Mundial, solo nos
dicen la parte del conflicto armado; sin embargo, las razones que
llevaron a eso me parecen más interesantes”
, agregó el artista.

 

Berlín es un preludio a la Segunda Guerra Mundial; sin embargo, Maus (1991), del estadounidense Art Spiegelman, nos lleva al centro del conflicto bélico y profundiza en los horrores que sufrió el pueblo judío.
La obra de Spiegelman narra la vida de su padre y su madre, y, a la vez, la suya. El comic
se presenta como una serie de entrevistas que el artista le hace a su
padre, de origen polaco, donde se comentan sus vivencias de la guerra y
se visibilizan los conflictos existentes entre Spiegelman y su
progenitor.
Portada de 'Maus' (1990), de Art Spiegelman .
Portada de ‘Maus’ (1990), de Art Spiegelman .
Maus también
destaca por su presentación visual: los judíos son ratones, y los nazis,
gatos. Es una metáfora simple, directa y efectiva. 
“Cuando investigué el genocidio nazi, me encontré como un documental antisemita de Alemania llamado “Der ewige Jude” ( El judío eterno, 1940), que presentaba a los judíos en un ghetto
deplorable y, luego, como ratas en una alcantarilla con un rótulo en
el cual se leía: ‘Los judíos son las ratas o el ganado de la humanidad’.
Esto me esclareció que el objetivo de esta matanza era la
deshumanización”
, explicó Art Spiegelman a la New York Review of Books en el 2011, y añadió: –Al investigar más, encontré que los judíos eran frecuentemente representados como ratas. En las caricaturas de Fips (nombre artístico de Philippe Rupprecht) publicadas en Der Stümer
aparecían imágenes de judíos como criaturas sucias y como roedores. Es
increíble el hecho de que muchas imágenes como estas sean recurrentes
en las caricaturas antisemitas de países árabes de hoy”.

Conflicto en el este. La Segunda Guerra Mundial marcó un antes y un después en el siglo
que algunos consideran el más violento de la historia; no obstante, los
enfrentamientos armados no se extinguieron.  Uno de los conflictos más sangrientos fue la Guerra de Bosnia, durante la década de 1990, que se plasma en la tinta de The Fixer: A Story from Sarajevo (2003), del periodista y dibujante Joe Sacco.

Portada de 'The Fixer' (2003), de Joe Sacco.
Portada de ‘The Fixer’ (2003), de Joe Sacco.
Más que un comic , “The Fixer
es un reportaje: la serie de ilustraciones narran el viaje que realizó
Sacco a Bosnia en el 2001 con el objetivo de encontrar a alguien que
quisiera hablar acerca de los horrores que se vivieron durante la
guerra. El periodista encontró a un veterano alcohólico llamado Neven,
dispuesto a revelar toda la historia si la paga era buena.
Neven hace una larga revisión del conflicto armado que ahonda en la
vida de los brutales líderes guerrilleros y las terribles consecuencias
de la discriminación racial. The Fixer se pinta
con tonos grises de moralidad y con un rojo que pesa en la memoria de
las personas encargadas de reconstruir el país.
“Como dice un personaje en el comic:
‘Él era una torre de información’. Uno de los temas del libro es lo
difícil que resulta para un periodista discernir lo que es verdad y lo
que no. A veces, las personas tratan de guiar al reportero en una cierta
dirección: puede ser que no digan todo lo que saben, ya sea por razones
políticas o personales”
, explicó Sacco a la BBC en el 2004.
Otro conflicto con orígenes étnicos se comenta en Persepolis (2000), obra de tintes autobiográficos de Marjane Satrapi. El comic ilustra la niñez y la juventud de la autora en Irán durante la revolución islámica
de 1979, que terminó con el derrocamiento el gobierno Sah Mohammad
Reza Pahlevi y la instauración de la República Islámica que todavía rige
en ese país.
Persépolis (2000) de Marjane Satrapi.
Satrapi pinta una historia que comenta la identidad, la vivencia de la religión, la revolución, la violencia y el sufrimiento.
Persepolis
mezcla los hechos históricos con los pensamientos y la imaginación de
la niña con mente precoz que era Satrapi. Es un relato acerca de la
política, la sociedad islámica y, sobretodo, de una mujer.
“Estoy en contra del fundamentalismo. No estoy en contra de ninguna
religión, ya sean el Islam, el Judaísmo, el Cristianismo, entre otras. A
lo que me opongo es al uso de una ideología para matar a personas. Creo
en una sociedad donde, si alguien quiere caminar en la sociedad
completamente desnudo, tenga la posibilidad de hacerlo; y, si alguien
quiere usar un velo, también pueda tener tal libertad”
, afirmó la autora al diario The Guardian en el 2008.
Satrapi transformó sus viñetas en imágenes en movimiento en el 2007, cuando adaptó “Persepolis” a los 35 milímetros junto al artista francés Vincent Paronnaud.
La película ganó el Premio del Jurado en el Festival de Cine de Cannes y
fue propuesta a los premios Oscar en la categoría de Mejor Filme
Animado.
Durante su niñez, Marjane Satrapi nunca imaginó que se dedicaría a hacer comics.
“Me gustaba ver dibujos, pero no crecí con las historietas. Hacer esto
no era mi sueño de niñez. Sabía que quería dibujar y escribir: esto era
todo; sin embargo, cuando leí Maus me di cuenta de que los comics son solo un medio más para la expresión”
, dijo la artista al Washington Post en el 2012.
Los comics
son hijos del siglo XX y, como tales, vuelven a ver su padre en
búsqueda de actitudes para imitar. Tales imitaciones son dibujos: a
veces de lo bueno; otras, de lo malo. En todo caso, son un registro de
lo que fuimos y lo que somos.

Luis Fernando Vargas Vega | La Nación 05/01/14